Comer sandía,
velar por los poporopos frente al microondas o simplemente ver que hay de nuevo
en Netflix es un pasatiempo que le impediría verse a sí mismo ese 17 de marzo.
Gerardo no conocía a nadie en ese pueblo. Llegó allí porque tenía que buscar algo
que le pertenecía de alguna manera. Su padre había muerto unos meses antes y su
hermana, a quien no le agradaba para nada, vivía reclamándole que por culpa de
él la vida de ella era un desastre.
Gerardo caminaba
con paso lento pero su mente era veloz, sabía de memoria los presidentes de su
país. Podía responder a las preguntas del trivia que jugaba con sus primos y
ganarles fácilmente a la ignorancia y a ellos. Gustaba de hacer todo menos
leer. Nadie se explicaba cómo sabía tanto de todo sin leer absolutamente nada, ni
los anuncios de las calles. Le daba hueva, decía.
¿Por qué eres tan
estúpido? Le decía, sin preguntar, su hermana. Y él se preguntaba lo mismo.
I AM
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